bluetrane

 

 

 

 

 

 

Image hosted by Photobucket.com

-El Viaje-
______________


Creacion de la Nada. Qué lleva ella en la valija? Un aborto a remolque de su cordon umbilical, acondicionado en lana rojiza. Los cordones de todos se encadenan hacia el pasado, cables de hebras retorcidas de toda carne. "Ulises" James Joyce


-Deshoras-
______________


-Almanaque Deshojado-
______________





-Disco Recomendado-
______________


Image hosted by Photobucket.com

The Melody at Night with you
Ketih Jarreth


-Libro Recomendado-
______________



Image hosted by Photobucket.com

La Genealogia de la moral, F. Niesztche


estoy en laszlo_sh@yahoo.com.ar

-Compañeros de Viaje-
______________


  • Todo lo sólido

  • Visiones No Ordinarias

  • Una carta para ti

  • Punto cero

  • Para no convertirme en piedra

  • Chico Malo



  •  

    Feedback by backBlog

     


       
    martes, mayo 31, 2005  

    A ver ahora... se leerían algo de Herodoto... a ver si se entusiasman...




    Este monarca perdió la corona y la vida por un capricho singular. Enamorado sobremanera de su esposa, y creyendo poseer la mujer mas hermosa del mundo, tomo una resolución a la verdad bien impertinente. Tenía entre sus guardias un privado de toda su confianza llamado Gyges, hijo de Dáscylo, con quien solía comunicar los negocios más serios de Estado. Un día, muy de propósito se puso a encarecerle y levantar hasta las estrellas la belleza extrema de su mujer, y no paso mucho tiempo sin que el apasionado Candaules –como que estaba decretada por el cielo su fatal ruina- hablase otra vez a Gyges en estos términos: “veo, amigo, que por mas que te lo pondero, no quedas bien persuadido de cuan hermosa es mi mujer y conozco que entre los hombres se da menos crédito a los oídos que a los ojos. Pues bien, yo haré de modo que ella se presente a tu vista con todas sus gracias, tal como Dios la hizo” Al oír esto Gyges, exclama lleno de sorpresa: “que discurso, señor es este, tan poco cuerdo y tan desacertado? ¿me mandareis que ponga los ojos en mi soberana? No señor, que la mujer que se despoja una vez de su vestido, se despoja con el de su recato y de su honor. Y bien sabes que entre las leyes que introdujo el decoro público, y por las cuales nos debemos conducir, hay una que prescribe que, contento cada uno con lo suyo, no ponga los ojos en lo ajeno. Creo firmemente que la Reina es tan perfecta como la pintáis, la mas hermosa del mundo, y yo os pido encarecidamente que no exijáis de mi una cosa tan fuera de razón. Con tales expresiones se resistía Gyges, horrorizado de las consecuencias que el asunto pudiera tener, pero Candaules replicole así: “Anímate, amigo, y de nadie tengas recelo. No imagines que yo trate de hacer prueba de tu fidelidad y buena correspondencia, ni tampoco temas que mi mujer pueda causarte daño alguno, porque yo lo dispondré todo de manera que ni aun ella sospeche haber sido vista por ti. Yo mismo te llevaré al cuarto en que dormimos, te ocultare detrás de la puerta que estará abierta. No tardara mi mujer en venir a desnudarse, y en una gran silla, que hay inmediata a la puerta ira poniendo uno por uno sus vestidos, dandote entre tanto lugar para que la mires muy despacio y a toda tu satisfacción. Luego que ella desde su asiento volviéndote las espaldas se venga conmigo a la cama, podrás tu escaparte silenciosamente y sin que te vea salir. Viendo, pues, Gyges que ya no podía huir del precepto, se mostró pronto a obedecer. Cuando Candaules juzga que ya es hora de irse a dormir, lleva consigo a Gyges a su mismo cuarto, y bien presto comparece la reina. Gyges, al mismo tiempo que ella entra y cuando va dejando después despacio sus vestidos, la contempla y la admira, hasta que vueltas las espaldas redirige hacia la cama. Entonces se sale fuera, pero no tan a escondidas que ella no le eche de ver. Instruida de lo ejecutado por su marido, reprime la voz sin mostrarse avergonzada, y hace como que no repara en ello; pero se resuelve desde el momento mismo a vengarse de Candaules, porque no solamente entre los Lydios, sino entre casi todos los Bárbaros, se tiene por grande infamia el que un hombre se deje ver desnudo, cuanto más una mujer. Entretanto, pues, sin darse por entendida estuvosé toda la noche quieta y sosegada; pero al amanecer del otro día, previniendo a ciertos criados, que sabia eran los mas leales y adictos a su persona, hizo llamar a Gyges, el cual vino inmediatamente sin la menor sospecha de que la Reina hubiese descubierto nada de cuanto la noche antes había pasado, porque bien a menudo solia presentarse siendo llamado por orden suya, Luego que llego, le hablo de esta manera: “no hay remedio, Gyges; es preciso que escojas, en los dos partidos que voy proponerte. Una de dos: o me has de recibir por tu mujer, y apoderarte del imperio de los Lydios, dando muerte a Candaules, o será preciso que aquí mismo mueras al momento, no sea que en lo sucesivo le obedezcas ciegamente y vuelvas a contemplar lo que no te es lícito ver. No hay más alternativa que esta; es forzoso que muera quien tal ordeno, o aquel que, violando la majestad y el decoro, puso en mí los ojos estando desnuda” Atónito Gyges, estuvo largo rato sin responder, y luego le suplico del modo mas enérgico que no quisiese obligarle por la fuerza a escoger ninguno de los dos extremos. Pero viendo que era imposible disuadirla, y que se hallaba realmente en el terrible trance o de dar muerte o de recibirla el mismo, quiso matar que morir, y le pregunto de nuevo: “Decidme, señora, ya que me obligáis contra toda mi voluntad a dar muerte ¿cómo?. Le responde ella, “en el mismo sitio que me prostituyo desnuda a tus ojos, alli quiero que le sorprendas dormido.

       [ Escrito por Ismael de Andrea a las 1:53 p. m. ] [ ]


    domingo, mayo 29, 2005  

    Anoche soñé, y soñé mucho. Entre otros...


    Soñé que estaba frente al mar y que las montañas le ganaban tierra, como dos brazos inmensos partiendo mi espíritu en dos. Hacía frio. Mucho frío. "No sé porque, cada vez que te escucho, me quedo triste..." Así hablaba yo a la muchedumbre de nubes que me observaban con una moneda que Caronte les había dado para mí. Mientras encendía una fogata en los músculos del mar, mientra la montaña me tomaba en brazos y me acercaba al sol... aunque era de noche. Seguramente quería cumplir mi deseo, estar del otro lado del mundo. Tenzada el alma hacia la luna, el cielo hizo polvo mi pecho y lo sembró de estrellas.

       [ Escrito por Ismael de Andrea a las 1:22 p. m. ] [ ]


    viernes, mayo 27, 2005  

    A ver si se me entusiasman con este poema de Kavafis.
    ---------------------------------------------------------------------
    Cuando partas hacia Itaca
    pide que tu camino sea largo
    y rico en aventuras y conocimiento.



    A Lestrigones, Cíclopes
    y furioso Poseidón no temas,
    en tu camino no los encontrarás
    mientras en alto mantengas tu pensamiento,
    mientras una extraña sensación
    invada tu espíritu y tu cuerpo.


    A Lestrigones, Cíclopes
    y fiero Poseidón no encontrarás
    si no los llevas en tu alma,
    si no es tu alma que ante ti los pone.
    Pide que tu camino sea largo.


    Que muchas mañanas de verano hayan en tu ruta
    cuando con placer, con alegría
    arribes a puertos nunca vistos.
    Detente en los mercados fenicios
    para comprar finos objetos:
    madreperla y coral, ámbar y ébano,
    sensuales perfumes, -tantos como puedas-
    y visita numerosas ciudades egipcias
    para aprender de sus sabios.


    Lleva a Itaca siempre en tu pensamiento,
    llegar a ella es tu destino.
    No apresures el viaje,
    mejor que dure muchos años
    y viejo seas cuando a ella llegues,
    rico con lo que has ganado en el camino
    sin esperar que Itaca te recompense.


    A Itaca debes el maravilloso viaje.
    Sin ella no habrías emprendido el camino
    y ahora nada tiene para ofrecerte.
    Si pobre la encuentras, Itaca no te engañó.
    Hoy que eres sabio, y en experiencias rico,
    comprendes qué significan las Itacas.

       [ Escrito por Ismael de Andrea a las 11:06 a. m. ] [ ]


    jueves, mayo 26, 2005  

    me parece que la filosofia es mucho...

       [ Escrito por Ismael de Andrea a las 10:31 a. m. ] [ ]


    martes, mayo 24, 2005  

    Encontré esta nota en un diario de Palma de Mallorca. Me gustó, me parece que el tipo que lo escribe, es uno de esos que viaja en el metro a nuestro lado, con barba y sin sobresalir. Quería compartirlo con ustedes, es un poco dificíl pero tengale paciencia y me cuentan.

    1


    Lo que me gusta también es mi soledad. Nadie se acerca. Años hace que paso horas en compañía de algunos grandes fres­cos medio borrados; imágenes viejas, pero todavía recientes por los labios de aquellas que las veneraron; mujeres taciturnas de tú­nica corta que guardan la caja con las jo­yas del océano. Nadie se acerca. Si no poseyera algo muy fuerte e inocente a la vez que me sostiene, como las mentas y las verbenas que prosperan en mi balcón, me habría muerto de hambre. Tan lejos me en­cuentro de las cosas, tan cerca de su pulso secreto. De noche despierto inquieto por algún matiz del violeta, pero nunca por lo que pueda ocurrir en los comercios del Ágora. En verdad no tengo idea. Dicen que las lágrimas y los suspiros (las copias, no los originales) tienen siempre vigencia, como las fluctuaciones del dólar, la inflación, las transacciones de los partidos —faltaba más. La soledad, como el fango a las quillas de las barcas, me ha consumido. Y pasan los años.
    A los setenta y tres años Galba (1) ejerci­taba a sus tropas, y yo continuaba salien­do de entre las olas con el consabido can­sancio en las rodillas que provoca la resistencia del agua —y gotas doradas bri­llando en las pestañas— listo para la lu­cha. Sólo que mi Nerón, igual de loco, no se doblega ante nada, el infame.
    No hablo del que provoca incendios al mismo tiempo en el Líbano o en Angola; que corrompe conciencias en Camboya, en Chile, en Argentina. Ese a todos nos pertenece y lo hemos provisto de por vida. Hablo del otro, el de “uso privado”, el que apenas consigo algo puro me lo profana, a mí, que sueño que la cosa más humilde, si la amo, alcance la perfección de un capitel.
    ¿Quién es entonces el que hunde la duda en la razón de los devotos, en el rendi­miento de los atletas los anabolizantes, y en la mente de los poetas la dulzura de la derrota? ¿Cómo y por qué ha logrado vol­ver lo claro, lo no turbio de la vida casi invisible para los demás? ¿Por qué y cómo los convence de no hacer siquiera un mo­vimiento simple, un giro de la cabeza, que podría significar también un giro del mun­do entero?
    En la poca Grecia que nos queda, lo úni­co que aún puedes hacer es implorar a tus dioses. ¿Qué dioses? ¡Ah! Son muchos. Casi tantos como la población del país. Velan dos metros bajo tierra o sobre el descasca­rillado muro del vecino. Con la nariz rota, cor­tado uno de los brazos, el manto verdoso por el tiempo, o un rojo cereza en los hom­bros y una mirada que sólo se tiende sin detenerse en ti. Parecen pensativos e incli­nados, como si sujetaran sedales que son los hilos mismos de nuestra vida. Y todo eso en una atmósfera de víspera de grandes acontecimientos que no sabes si ocu­rrirán jamás.
    Es como si amaneciera un segundo día en el día. Entonces, aquello que poco an­tes adquiría particular gravedad en tu vida, lo ves contraerse, aligerarse, desaparecer, quedando en su lugar sólo una muchacha que apenas toca el suelo, que lleva una cesta de flores y avanza hacia ti sin alcan­zarte nunca.
    ¿Qué puede simbolizar una aparición como ésa, completamente desprendida del interés cotidiano? Si la clave que uso es co­rrecta, quiere decir: “En buena hora fuiste creado, Hombre, sin ninguna razón”. 0, mejor dicho: “La razón por la que fuiste creado, Hombre, es precisamente ésta: que demuestres también tú con tu vida y tu obra, que todo puede y debe suceder sin ninguna razón, para consumarse así, como se consuma toda la creación”.
    Sólo que para entender eso, tienes que ir lejos.

    2

    Vengo de lejos. Las recolectoras de azafrán de Tera van a mi lado, y cerca, llevadas por el viento del norte, las Santas Mujeres, bellas entre sus rosales y el reflejo dorado de los ángeles. En el camino me llené de tierra amarillenta, rojiza, café, de estrías de piedra, oscuras, azules y moradas, como las que se ven navegando por las costas de Kitnos en agosto. Una felicidad de los ojos que es también del oído, del tacto y de la mente, pues la naturaleza puede estudiar­se a la vez por todas partes, hasta que al final la asimile nuestra segunda sustancia, la que a veces sabe ser receptora de cosas excepcionalmente importantes y de un modo maravilloso incomprensibles. He ahí por qué agradezco a los pintores. Por el agradecimiento que también muestran ellos ante la materia y las posibilidades que les ofrece de transfigurarla y conferirle un aire de —no temamos el término— inmortali­dad.
    La realidad estable, definida, no revocable, se debe a sus manos que, muchas veces, al desplazar algo mínimo, despren­den la sensación del objeto que la provo­ca, la manejan de un modo distinto y nos descubren un plano del mundo más real, si se puede decir eso. Y que, sin embargo, es verdad. Un poco más a la derecha, más arriba, un poco más de rojo, de amarillo y he ahí: la lucecita se enciende en el Paraíso de los que entienden.
    Alguna vez, es verdad, ocurre que esa lucecita se te enciende sin que nada lo jus­tifique; ni tu educación ni tus tendencias naturales. Y te quedas con una sensación de clandestinidad dentro del Paraíso, hasta que un día te es dado entender, con la ex­periencia y el conocimiento, que no eras tú sino el asunto en cuestión el portador de una forma que podría calificarse de pa­radójica.
    Eso es lo que me sucedió con el Cubis­mo.
    Ni siquiera en el breve periodo en el que por un momento rocé el materialismo his­tórico y su facilidad para interpretarlo todo; hubiera sido más natural. Sino más tarde, cuando con el mismo fanatismo me encon­tré en el extremo opuesto y rechazaba tanto la concepción de que la vida no es un don, que llegué al punto de soñar para el hom­bre una nueva Cuaresma en la que ayuna­ra de los frutos de la modernidad y se mantuviera sólo con el concepto elemental de las cosas y su prolongación metafísica.
    ¿Cómo fue posible entonces que me en­cendiera la lucecita una Escuela registrada por los historiadores en los anales del ma­terialismo más extremo? Pues sí. En la obra de los pintores de aquella época encontra­ba —qué curioso— exactamente lo que buscaba: el objeto limpio de su naturaleza anecdótica; su forma, su estructura y su vín­culo con algo, tal vez inesperado, pero igualmente sometido a una geometría invi­sible. Y la materia también, como la con­cebía. No como consumidor, sino como ini­ciado de los sentidos; no como colector de cualidades útiles, sino como exegeta de for­mas y figuras.
    Con el Cubismo, la idea de representa­tividad como concepción se había despla­zado, por no decir elevado, a un nivel pa­ralelo al de los egipcios o los cretenses de Minos en los que el llamado «modelo» no tenía la importancia que hoy le damos. Picasso —por recurrir a Las Señoritas de Avignon— no sólo había eliminado con esta obra la descripción psicológica y el cla­roscuro. Esencialmente había anulado el “Modelo”, o, si se prefiere, lo había rebaja­do a simple pretexto. Ya no importaba tal guitarra o tal mesa, sino la guitarra, la mesa, y así sucesivamente. La botella y no, “La bo­tella de Banyuls”, los caracteres tipográficos de un periódico y no el Journal o I'Independant; un paisaje con casas y no el “paisaje de Horta de Ebro”. Esto tenía importancia.
    La austeridad y el ascetismo que exha­laban las obras de Braque (antes de llegar al periodo analítico), de Juan Gris, de Léger, representaban literalmente un ideal mío. Manifestaban una ruptura con la ambición de plasmar la realidad de la ilusión óptica, y una voluntad de captar el objeto en su verdad estructural, tal y como lo contem­pla la mente en el orden cósmico.
    Y aquí, claro, puede uno preguntarse: ¿Para qué todo esto? ¿Qué significa el mito? Respondo. Primero, confianza en la luce­cita, que elude con saltos los procesos cerebrales y capta a la primera lo que al estudioso le lleva años aclarar y clasificar dentro de sí. Segundo, que el amor a la ma­teria no tiene ninguna relación con la con­cepción materialista de la vida. Y tercero, que aquello que entendían nuestros ante­pasados cuando decían: “cada uno según sienta” continúa siendo válido, aunque a ve­ces conduzca a un (insisto en el término) aparente e inaceptable absurdo. Así es. Cada uno según sienta, como se sienta.

    3


    Hay veces que me siento barca en un jar­dín. Pálidas vendas azules o moradas me cubren por un lado mientras que del otro todavía emana salmuera de siglos; diríase que de una flauta travesera llega bálsamo de jacintos y líquida dulzura de Cimotóe (2). Esa barca soy yo. Y cuando digo “yo”, quiero decir mi yo interminable posterior. Sin fin. Ella es mi jardín.
    Shaykh Ahmad Ashisi dice que el Paraí­so del fiel gnóstico es su propio cuerpo en el mismo sentido en el que el del infiel es su Infierno.
    Hace cientos de años, cuando el hombre todavía no se había encerrado en la jaula de las causas y los efectos, la silla volaba y el mar se podía pisar. El pez aguja remontaba la corriente de los follajes y todos los demonios de las huertas zumbando se conferían el hábito del Santo. En otras palabras, cuando los duendes le robaban la voz, el hombre ha­blaba. Hoy se arredra y se sustenta con el masticado alimento de los medios masivos de comunicación —¿por dónde va a pasar el án­gel? “Pero si es una criatura de tu imagina­ción”, murmuran tímidamente algunos. “Bue­no. Y la imaginación ¿criatura de quién es?”, pregunto. Una res ¿nos mira o nos imagina? ¿La belleza del arte se debe a la materia o a que de ella se desprenda una representación que trasciende el modelo original? En sus No­tas, Braque confiesa que para que un objeto cualquiera despierte su interés pictórico, es ne­cesario que primero se haga ajeno a su cuali­dad utilitaria. Y yo, por mi parte, confieso que ante un paisaje bello no podría escribir nada. La belleza natural inhibe la intelectual, que demanda su total desprendimiento y su desa­rrollo hasta lo imposible. Desde este punto de vista, bien hallado el camino privado de cada cual, que lleva a un “todas partes” que es de los demás “ninguna parte”.

    4


    El camino privado ataja por el tiempo. Lle­gas más rápido a tu casa por Constan­tinopla. Y además, tu casa no es exacta­mente la que conocías. Es una casa rural, grande, con escalera doble de piedra, como la de Puschkin en Crimea. Pongo un ejemplo al azar.
    Incluso a veces pasa que alcanzas a las cosas en su infancia: el patiecito, la cocinita el limonero, los estanques. Percibes la poca importancia que tiene el tiempo si no llevas el registro. Y lanzas tu anzuelo a los sucesos para sacar, simplemente, un poco de elocuencia de agua, un reflejo, una trans­parencia azul marino. Lo demás, aun en es­tado crudo, para nada te sirve. Genera interés, no oxígeno. Y cerca, la prudencia del olivo.
    Para cada uno de nosotros está abierto un camino privado. Y sin embargo muy po­cos lo siguen. Algunos sólo cuando una o dos veces en su vida se enamoran. Y el resto nunca. Son éstos los que se retiran de la vida sin siquiera haberse dado cuenta de qué les ocurrió. Y es una lástima. Es una lástima ese encierro de por vida en el arca de la Nece­sidad, con los sentidos inmovilizados en el nivel utilitario. ¿Es culpa sólo de la ausen­cia de educación? En esto, incluso un viticultor o un pescador, si son auténticos, en cuanto a la toma de conciencia de los actos llegan al mismo nivel al que también llega el poeta.
    Millares de imperceptibles vi­braciones de la tierra ardiente o del mar de la mañana actúan sobre ellos; y su alma, en consecuencia, recibe y atesora cinceladuras anónimamente divinas. Entonces es otra cosa la que ocurre, que sella el alma y te impide tomar posición ante el dilema que, de la ma­nera más sencilla, tanto teórica como prác­ticamente nunca ha dejado de plantear la vida. 0 permaneces con los cinco sentidos sin ejercitar y tu mundo anímico expuesto a acontecimientos de la superficie que sim­plemente registras, y entonces, salvo la di­ferencia de calidad, te colocas en el mismo paralelo de las canciones populares y la lectura de revistas semanales; o aceptas, en principio, la existencia del misterio, y en­tonces cuestionas los resultados de toda experiencia primera y penetras con un corte profundo en la realidad, aspirando a rein­tegrar el fenómeno de la vida a partir de los elementos que se te ofrecen; con el pen­samiento libre de todo prejuicio, por un lado, y, por el otro, ejercitados como un gal­go los sentidos, a los que de vez en cuan­do, si tienes suerte, miras volver del campo en que los has soltado trayendo en los dientes presas de la misma importancia que las que de tiempo en tiempo han conseguido “cobrar” las religiones.
    Desgraciadamente, la humanidad produ­ce mucho sentimiento y poco espíritu. Y lo mucho se come a lo poco. No lo digo con enfado, lo digo con tristeza. Porque lo mucho se malgasta y se acumula en tan grandes cantidades que acaba por excluir todo acercamiento a lo Sustancial. Y la lá­grima, lo más sagrado que hay, al entur­biar los ojos (y la mente), se convierte en la razón por la que en el arte confundimos la voz en primera persona con el caso particular del creador. Así, la «emoción» y nada más, ha llegado a ser nuestro único criterio ante toda creación. ¿Es, sin embargo, así? ¿Es eso lo correcto?
    Personalmente, no recuerdo haber expe­rimentado nunca emoción ante el Partenón o La Iliada, los mosaicos de Rávena o Solomós. Vibración, sí. Sobrecogimiento, sí, si no duda: cómo puede ser, cómo es posi­ble que un hombre tan de naturaleza hipo llegue a semejante hiper. Que enderece o curve las líneas en el mármol, en la lengua, en el sonido, con tanta precisión que los elementos del mundo obedezcan y se nos en­treguen como quisiéramos que fueran, como los pide nuestra alma y como todo indica que podrían ser. Pero lo mismo, con la con­dición de que exista una alta calidad, observamos también a escala mucho menor en los ídolos arcaicos y en Arquíloco, las vaioforos (3) populares, en Teófilo (4), la Paraportianí (5) y en la Rosa Eterna (6).
    Espíritu que para ser recibido requiere de un salto por encima de la emoción. Y tener el alma en la punta de los dedos, en los ojos, las fosas nasales, en los labios. Por ahí habla el mundo. Por ahí encuentras tu camino privado. Florecen mejor las flores en el Epitafio (7). Huele a amor en el templo. La vida se queda y no termina. Aquí.

    Notas
    1) Referencia a un poema de Kavafis titulado El plazo de Nerón en el cual el poeta habla de la actitud ante la edad (setenta y tres años, precisamente) de ambos emperadores romanos.
    2) Cimótoe. Una de las neréidas, ninfas del mar, personificación del movimiento de las olas. Suelen representarse cabalgando sobre delfines o caballos marinos.
    3) Vaioforos. En la hagiografía, imagen de manufactura popular que representa la entrada de Jesús en Jerusalén, el Domingo de Ramos.
    4) Teófilo (1873-1934). Pintor popular autodidacta nacido en Mitilini (Lesbos). Ejecutó murales en varios pueblos de su isla natal y de Pilio. Elytis le dedica un hermoso ensayo incluido en Anijtá jartiá (papeles abiertos), Ikaros, Atenas, 1974.
    5) Paraportianí. Iglesia de Mikonos, isla griega del grupo de las Cíclades, famosa por su arquitectura.
    6) Rosa Eterna. Uno de los epítetos de la Virgen en el Himno Acátistos, cantado en la fiesta de la iglesia ortodoxa del mismo nombre celebrada en honor de la Virgen.
    7) Epitafio. Para los ortodoxos, la urna o sepulcro en el que yace Cristo y que adornado con flores es sacado en procesión por las calles durante la ceremonia del Viernes Santo, en primavera.

       [ Escrito por Ismael de Andrea a las 5:34 p. m. ] [ ]


    lunes, mayo 23, 2005  

    Entramos a la cena que la empresa ofrece. El lujo del lugar es como un cachetazo, algunos de mis compañeros no se recuperan. Camino con la seguridad del que no se llena facilmente.
    Un argentino, el simio de turno, intenta convencerme de que ser "rico" es facil, y la única meta que debo tener. Ese simio no se da cuenta que no posee ni un cuarto de mi cerebro. Corto la comunicacion y ya no oigo nada, me sorprende mis compañeros que le creen. Veinte minutos y el simio vuelve al arbol. 1º plato... El simio baja, intenta articular palabra. Veinte minutos, aplauden, se premia a una hiena. 2º plato... me voy del salon, afuera hay algunas mesas y un tipo que toca el piano. Le pido "don´t let me go", el pianista es muy bueno, me recuerda a Bill Evans. Hago una pausa, y entonces, me atrevo y le pido "My funny Valentine" y la magia vuelve... Me dice que sí pero debo cantarla. Comienzo... hay una brasa que se enciende en el estómago y me ilumina, me tiembla la voz, y ese temblor hace que 2 o 3 personas dejen de comer y me miren...


    My funny valentine
    Sweet, comic valentine
    You make me smile With my heart


    Tiemblo, como siempre que me acuerdo de mi dulce Valentina.


    Your looks are laughable
    Unphotographable


    Mi voz está apunto de quebrarse


    Yet, you're my favorite work of art.


    Consigo cambiar de séptima sin errar


    Yet, you're my favorite work of art
    Is your figure - less than Greek?
    Is your mouth - a little bit weak?
    When you open it to speak, are you smart?
    Don't baby don't change your hair for me
    Not if you care for me
    Stay, Stay little valentine, stay!
    Each day is valentine's day.

    Me pongo de pie algo emocionado, el pianista me pasa la mano, y algunos aplauden, tengo la sensacion de estar absolutamente vacio. Toda la violencia se la lleva el mar... que está tan cerca... Debo volver porque el circo no acaba. La cena transcurre con mi mente en blanco, retirada, apática. Al final del tunel, Valentina.
    Pero no puedo escapar y me empujan en S. no sé cómo pero termino en el vip de este lugar que me da asco. Desde la barra -necesito apoyarme en alguien- observo otro espectáculo circense. Todos y todas son bellos, con cuerpos perfectos... mi mirada es un trapecista. Alguien se acerca y comienza a hablar, no me atraparan, enciendo un faso, necesito despistar y digo "que tal"... Por encima de su rostro puedo ver cómo un extenso cordón umbilical va penetrando cada cuerpo hasta alcanzarme, me ahogo, estoy por caer, me sostengo, tengo nauseas, estoy por caer, hasta que me alcanza ese brazo. Todos los cuerpos me atraviesan y yo penetro a todos, me raspan, me exprimen, la sensacion de erotismo que me envarga desplaza totalmente el resto de humanidad que me queda... camino... Cruzo las plazas, las razas, y el color. Tambaleo pero no caigo, me parece que han suspendido mi cuerpo en el cielo, como otro crucificado, y desde alli veo mi cabeza rodar de mano en mano... Cierro los ojos y corro desperadamente, correr, correr, hasta que la niebla me cubra y desde cada puerta un grito que me llama. Corro, vuelo, corro, vuelo, vuelo, y al final puedo ver la aparicion... Es Arimna.

    Recuerdo cuando era un niño. La primer sensación de sacralidad me la regaló el sauce que estaba en el patio de la casa de los abuelos, era inmenso, me daba temor porque era tan bello.

    Estoy a 1 metro de distancia, la observo y me siento en el suelo, para observarla y recuerdo: "Observo tu perfil, alto y Bello". Sonríe. "Le verás los hombros apenas, hermosos, limpios de dolores y tristezas. A veces, girará su rostro para lanzarte su mirada impiadosa como la belleza. Y otras, querrás besar su boca, tu lengua tocando levemente la suya. Solamente." Arimna Efi El. Sonrie. Quisiera poner mi dedo en el hueco de su cuello, pero se aleja. Se acerca. Y tengo ganas no de contarle, de llorarle. De llorarle todo este cansancio, toda esta noche y las que pasaron sin ella. "Abre los ojos" dice. No quiero -no puedo hacerlo-. "Abre los ojos" insiste. "Cerrá los ojos, y bailemos sobre el mar" Comienzo a cantar "You go into my head". "No abriré los ojos" digo.

       [ Escrito por Ismael de Andrea a las 9:14 a. m. ] [ ]


    miércoles, mayo 18, 2005  

    La versión de Goyeneche, estremece, como estremece Buenos Aires cuando te bajas en Avenida Corrientes y 9 de Julio.
    Porqué los porteños somo tan asi...? Si alguien tiene un amigo argentino, no intenten comprenderlo, tratenlo con paciencia... la ironía, el deporte de los porteños, puede destruirlos... A no asustarse, somos buena gente.
    Me dijo un peruano hace poco... "Buenos Aires es la ciudad para morir", y yo agregué para mis adentros "para morir de hambre". Pero él siguió hablando de todas esas cosas que hacen a una ciudad como es ella. Los árboles frondozos, que en otoño tienen ese color tan particular, la lluvia, el viento, esas calles anchas y vacias, el puerto y la neblina constante del invierno, un poco del barrio de La Boca, no mucho, porque la melancolía es insoportable o sino escuchen "turbio fondadero donde van las almas a recalar"... Y despues me cuentan... Pero aca les dejo uno de mis Tangos preferidos, un tema que dura dos minuto y un poco más...
    A tres dias de haber llegado a Barcelona, me autoimpuse no escuchar Tango, una regla inquebrantable... claro, en mi primer salida a Ramblas, me encontre con dos tipos que estaban cantando este tema... y como la droga... les pedi que canten "Naranjo en flor", y ellos se entusiasmaron, luego vino otro, y Ramblas se oscureció, y nosotros seguiamos ahi. Pasé toda la tarde envuelto por el tango.
    Silencio!!! si pueden bajense este tema, que yo estoy tratando de aprender cómo ponerle música al blog, que tengo unos cuantos temas para compartir con ustedes... no se asusten, que no me quedo sólo con el tango...


    El ultimo Café
    Letra: Cátulo Castillo
    Música: Héctor Stamponi (Tango)
    Año: 1963



    Llega tu recuerdo en torbellino.
    Vuelve en el otoño a atardecer...
    Miro la garúa y mientras miro
    gira la cuchara de café...
    Del último café
    que tus labios, con frío
    pidieron esa vez
    con la voz de un suspiro...
    Recuerdo tu desdén,
    te evoco sin razón,
    te escucho sin que estés:
    "Lo nuestro terminó",
    dijiste en un adiós
    de azúcar y de hiel...
    Lo mismo que el café,
    que el amor, que el olvido,
    que el vértigo final
    de un rencor sin porqué...
    y allí con tu impiedad,
    me vi morir de pie,
    medí tu vanidad
    y entonces comprendí mi soledad
    sin para qué...
    Llovía y le ofrecí el último café.

       [ Escrito por Ismael de Andrea a las 11:06 a. m. ] [ ]


    lunes, mayo 16, 2005  

    Hoy fue un día en el purgatorio. No fue maravilloso, tampoco un infierno.

    Largas caminatas por la playa, gente que iba y venía, cuerpos, voces, risas, sol golpeando en la piel de cada uno de nosotros.

    Caminé, di una vuelta por un parque bellisimo, que ni se cómo se llama, pasee por el Born. Entré a la iglesia gotica. La sensación de que Barcelona es mi ciudad se apoderó de mi. Es una sensación dificíl de explicar, porque el que deja atras su propio pais, pierde para siempre la idea de estar amarrado a un lugar. Todo los lugares son pasajeros, sin identidad propia, siempre se está lejos de todo... en fin. No quiero seguir redundando en esto...

    Volví a la playa, ya no habia gente. Y muy cerca mío, casi rozandome la cabeza, pasó un pájaro volando. Pasó cerca mío, hacia el mar. Seguro, entreba en el mar, se iba, con velocidad, con ligereza. Lo único que le dije fue: "¿volverás?"

       [ Escrito por Ismael de Andrea a las 5:14 p. m. ] [ ]


    domingo, mayo 15, 2005  

    Me gustaria retroceder una década o un par de años, y recorrer el sur de Navarra. Cómo se vería? LLegar a Badajoz y volver hacia Zaragoza, en mi bicicleta, vieja como siempre, andar 80 kilómetros y ver esa ciudad o pueblo.

       [ Escrito por Ismael de Andrea a las 7:27 a. m. ] [ ]


    sábado, mayo 14, 2005  

    Tudela, es un lugar? Un aroma? Una calle? Un ser? Un espíritu? Un viento? Un viento que renueva las cosas? Tudela queda en Europa? qué es? quien es? de dónde viene? hacia donde va?
    No importa. (Sí que importa)
    Hoy me levanté con un cansancio extremo. Mucho trabajo, muchos descubrimientos... Me levante y me fui a Nou Barris. Pasé por la verdulería de Rassaq, y desde una acera a la otra le grité "subbejed", y lanzó una carcajada que podía oirse a cuatro cuadras.
    Rassaq es un muchacho de unos 23 o 25 años, habla cuatro idiomas entre los cuales está el catalá y el italiano, y este último lo habla tan bien que trato de practicarlo con él. Me ha contado que para entrar a España tuvo que viajar 10 meses y pagar 10.000 euro a una mafia, de otro modo hubiese sido imposible salir de Pakistan. Rassaq es lo que aquí llaman un "paki"... un... en fin.
    Pero resulta que tiene tanta alegria que me contagia. Dias atras le pedi que me enseñara de a poco su lengua, y me soltó algunas frases, escribió el alfabeto y se entusiasmó tanto que en cada trazo de esa bellísima grafía, resultaba evidente que estaba al borde del llanto. Al final de la clase improvisada, estabamos de pie, gente que entraba y salia, él atendiendo y retomando la clase, yo comiendome una manzana, me dijo "Tu y yo somos del mismo país". Entendí la sutileza de esa frase, y nos reimos a carcajadas.

       [ Escrito por Ismael de Andrea a las 9:48 a. m. ] [ ]


    viernes, mayo 13, 2005  

    ARIMNA
    aRiMnA
    ArImNa
    arimna

       [ Escrito por Ismael de Andrea a las 9:20 a. m. ] [ ]


    jueves, mayo 12, 2005  

    quiero mostrarte todos los cuartos
    el blanco, el rosa, el pistachio, el negro
    y los viejos armarios y los baúles y los pequeños cajones
    y los sótanos con las tinajas vacías y los muebles rotos
    abrirte todas las puertas y ventanas
    mostrarte los astros por todos lados
    hablarte de la sombra que crece en la pared cuando se enciende la lámpara
    de los dos cansados triángulos que dibuja la luz de la
    luna en el rellano de la escalera
    como dos codos que se apoyan en las rodillas de la tristeza
    hablarte de la pequeña sonrisa que se oculta en un vaso de agua
    del gran dolor que se oculta bajo la sonrisa
    y el vello del fruto que tortura los dedos del amormostrarte cuán pequeño soy
    cuán grande soy
    para que no quede nada mío, para que no sea nada tuyo
    para unirnos más allá de nuestros cuerpos separados
    Maria callaba
    no abría ninguna ventana ¿no había ninguna ventana?
    y el silencio aumentaba entre nosotros, como el río, como el mar.
    nos sentamos en orillas opuestas y lloramos.
    hasta que subía elsilencio y nos ahogaba
    dime ¿dónde nos uniremos? -dijo.
    dime ¿dónde el silencio unirá nuestros dedos?
    más adentro de nuestros dedos, ¿dónde nos uniremos?
    qué lamento romperá estos negros vidrios-.
    no para conocer o conocernos
    sino para fijar exactamente nuestro lugar, para cambiar de raiz
    tal como la raiz y la hoja están de acuerdo en la luz.
    abre las ventanasabre las ventanas, dijo.
    cada día nuestras palabras esconden menos silencio.
    las ventanas dan al cielo, a las casas y a las espigas.

       [ Escrito por Ismael de Andrea a las 10:52 a. m. ] [ ]


    miércoles, mayo 11, 2005  

    Enciendo algo parecido a un cigarrillo y me voy.
    Camino por la rambla de Poble Nou, es de noche y hoy el trabajo fue muy duro, hace un poco de frio. A cuatro calles está el mar, camino...
    Y sucede un pequeño milagro, estoy en Buenos Aires.
    Es otoño, Buenos Aires se ve tan melancolica. Olor a lluvia en el asfalto, y las hojas de los arboles de ese color tan bello. Cae una hoja, y la tomo, la "agarro", la sujeto con tanta fuerza que me parece estar aferrandote la mano. Y te aprieto la mano con firmeza, sin que te duela, con mi firmeza de hombre. Hacerlo es doloroso, como si una aguja fina y extensa me penetrara la carne... es un dolor agudo, intenso, frio. Me muerdo las muelas para no gritar, para que nadie se asuste, para que no te asustes. Una sola lágrima asoma, pesada como el océano, fuerte como tu no estar, va callendo y recorre cada instancia del pasado hasta el futuro.
    El futuro es el arbol más lejano de la tierra.
    Pero no estoy en Buenos Aires, estoy a los pies del Mediterraneo, y yo frente a él como el primer griego hace miles de años... Solo.
    Voy a sentarme en la arena. ¿cómo es la oscuridad? ¿qué hay dentro de ella? ¿cómo es dejarse llevar por una eternidad?
    Tomo mi vida entre las manos, y la parto en dos. Y asesino una de ellas, para que la otra viva, es lo que me pediste con un murmullo al oído antes de entrar en el silencio.
    El asesinato de esa parte es inexorable, y por esto el otoño está cayendo sobre Buenos Aires. Luego vendrá el invierno y esa parte asesinada será cenizas. Esa parte de mi vida es la mejor que tengo, y la sacrifico. ¿qué significa asesinar? ¿qué sentido tiene matar?
    ¿y qué voy hacer ahora? ¿adonde voy a ir?
    ¿y vos? ¿qué vas a hacer? ¿adónde vas a ir?

    ¿cómo voy a llorar? ¿cómo vas a llorar? ¿con qué lagrimas?

       [ Escrito por Ismael de Andrea a las 5:30 p. m. ] [ ]


    domingo, mayo 08, 2005  

    p. M.
    ¿Qué día es hoy?
    Hoy es todos los días
    Nosotros somos todos los días
    Amiga mía
    Nosotros somos toda la vida
    Amor mío
    Nos amamos y vivimos
    Vivimos y nos amamos
    Y no sabemos qué es la vida
    Y no sabemos qué es el amor

       [ Escrito por Ismael de Andrea a las 5:29 p. m. ] [ ]


    martes, mayo 03, 2005  

    Realmente muchas gracias por la participacion de los que han entrado. Los que no han escrito, tambien... muy agradecido. Aun no tengo tiempo para responder, entre el trabajo y que escribo desde un ciber, se me hace difil responder o recorrer los blogs amigos. Pero sepan que los leo.
    Desde mi España. Una beso a todas y a todos.
    Ismael
    P/D: Alma, no puedo entrar a tu Blog

       [ Escrito por Ismael de Andrea a las 11:23 a. m. ] [ ]