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Creacion de la Nada. Qué lleva ella en la valija? Un aborto a remolque de su cordon umbilical, acondicionado en lana rojiza. Los cordones de todos se encadenan hacia el pasado, cables de hebras retorcidas de toda carne. "Ulises" James Joyce


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    viernes, febrero 11, 2005  

    El exilio es un viaje de ida.

    Y no lo supe cuando me fui, cuando puse en movimiento este péndulo y me metí en este pozo.

    Pero primero aclaremos un par de puntos: mi exilio no fue con expulsión. Mi exilio es autoimpuesto, vacío de intrigas políticas o persecuciones. No me fui por ser zurdo en un país de diestros siniestros, ni por ser judío en una colonia nazi, ni por ser negro, ni por ser rosa. No me escapé del calabozo, ni de la hoguera. Me fui para irme y me fui para no quedarme y me fui eligiendo entre dos opciones del mismo peso: ser versus estar.

    El vértigo de esa elección tan caprichosa escondió un hecho básico; aún hoy me sorprende mi ingenuidad. Lo que no supe - lo que nadie me dijo - es que no hay salida de la salida, que una vez que se sale no hay más entradas, son todas salidas, que el exilio se calca sobre sí mismo, que se muerde la cola, que es un anillo de Moebius, anverso y reverso multiplicados al infinito.

    Me explico: cuando me fui mi vida era Argentina. El resto era un gran afuera. Un mundo binario con dos polos adversarios.

    Un mundo grúa con preguntas capicúas. Un mundo marrón de contorno bermellón. Un mundo de quimeras con aire de primavera. Un mundo perplejo que fatiga espejos. Un mundo danzante de contoneos punzantes. Un mundo algebraico de caracteres incaicos. Un mundo libidinoso de flujos frondosos. Un mundo fantasmagórico de frizos dóricos. Un mundo efervescente y evanescente y astringente. Un mundo helénico y transgénico y ecuménico. Un mundo pizpireto y concheto. Un mundo chambón y ramplón. Un mundo colorado y dorado. Un mundo chimpún y telecataplún. Un mundo oscuro chorreando cianuro. Un mundo hambriento de viento. Un mundo seco de ecos. Un mundo nausebundo. Un mundo inmundo. Un mundo. Un mun. Un. 1.

    Argentina o el resto: lo conocido o la gran pregunta, la balsa que naufraga o el mar que invita, el avión que nunca despega o el salto en paracaídas, el ta te tí o la ruleta rusa. La primera consecuencia de mi exilio fue (como siempre) la añoranza, la recuperación de un país que apenas sentía mío, una melancolía prét-a-porter: los CDs de tango empezaron a apilarse en mis estantes, escuché a Yupanqui, leí a Borges. Y me acuerdo (y nunca me voy a olvidar) de esa tarde en San Francisco, caminando por el Castro, distraído y de pronto sentir todos mis sentidos invadidos y anulados: un auto que dobla la esquina y se aleja y el que maneja escucha a todo volumen "La ciudad de la furia" de Soda Stereo. Y yo me pongo a llorar.

    El exilio es también el exilio del lenguaje, el inglés pringoso que se te pegotea en los dedos, ese chicle en la suela de la ojota que raspás contra el cordón de la calle y no se despega, más bien multiplica sus tentáculos, y vos intentás despegarlo con la otra ojota y no podés, ahora son las dos ojotas enredadas en la telaraña del chicle tutifruti. La sensación de ahogo, esa súbita cachetada de reconocer que perdiste una palabra castellana, que ahora el chispazo en tu cerebro devuelve el equivalente inglés, que tu cerebro trabó amistad con el enemigo, con el lenguaje invasor y ahora las piezas encastran en inglés y los contornos afilados de tu nueva gramática desgarran la carne de tu idioma natal.

    Y luego la fantasía del regreso. Volver, con la frente marchita o los párpados florecientes - a quién le importa -, pero volver y ser recibido y estar ahí (que geométricamente es allá, que sabés que no es acá, pero que elegís nombrar como ahí). Volver como recuperación, pero también rebobinar, deshacer el tiempo, volver al momento y al espacio que congelaste en la memoria, y que ahora sacás del freezer y calentás al microondas porque hace frío, hace mucho frío. Te estás cagando de frío.

    Y no es que sea tarde, es que siempre fue tarde. Salir ya convirtió todo en afuera. Argentina ahora también está afuera. Te descentraste y ahora no hay más círculo, ahora todo es periferia. Y sabés que si volvés te va a picar la hormiguita de nuevo, vas a sentirte exiliado (¿ex-exiliado, ex-ex-exiliado?). Argentina ya no es tuya ni de nadie, el mundo ahora es un gran baldío, un gran manchón sepia. Ya no hay un lugar tuyo, un nido, un útero. Lo que hay es una flecha que señala una flecha que señala una flecha. Pasala y que no vuelva, que nunca vuelva.

    Y me imagino entonces a Galileo tratando de explicarle a todos eso de que la tierra gira alrededor del sol, de que no estamos fijos, de que no somos el centro, de que el centro no está o no sabe o no contesta. Todos a bailar esta danza frenética, a navegar con una brújula que gira loca, a girar derviches. Y es así. Exiliados. Y si lo pensás (pero mejor no pensar) es Adán y Eva, también exiliados, los primeros indocumentados, los primeros extranjeros ilegales.

    Y las opciones, que nunca son binarias, ese cuento también te lo tragaste. El universo nunca es una encrucijada, es un laberinto. Y vos que leíste Kerouac y te colgaste la mochila. O escuchaste a Charly y decidiste irte. Por qué tenemos que ir tan lejos para estar acá huellas en el mar chorreando sin parar su luz de catedral yo soy de la cruz del sur soy el que cierra y el que apaga la luz. La luz la luz. Cuando se apaga la luz se prende el exilio.

    Ese exilio que ahora multiplicás, porque sino puedes contra él, únetele. Si no puedes contra él, creced y multiplicadlo. Tarea para el hogar (con perdón de la palabra): multiplicá el exilio. Vaciate de adjetivos posesivos, mi país, mi casa, mi vida. Mi exilio. Asumite indocumentado del universo. Extranjero de la certeza, polizón en el gran barco errante de la historia. Mochilero haciendo dedo en este callejón sin salida.
    de Puto y Aparte. Xiat



    Pero la pregunta sigue siendo ¿Porqué?. Y busco, la respuesta, y me pregunto, me hundo, retorno de esa lejanía, de ese hundirse, para irme nuevamente. Irse, irte, irnos. Estoy cansado de la reiterada respuesta. Mi tierra, ya no soy tuyo. Entonces comienzo el viaje del Eterno Retorno, un querer retornar a algo que se perdió para siempre, que ya no está. Se trata de buscarme en el reflejo de las aguas, no lo intentes Tu casa ya no está, Tu ciudad ha muerto

       [ Escrito por Ismael de Andrea a las 9:07 a. m. ] [ ]


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